LA VIUDITA – El calvario de haber nacido hombre noviembre 5, 2008

Estos días estuve meditando bastante, y las conclusiones sobre esos sesudos análisis me llevaron a ingratas conclusiones. Es que tienen que coincidir conmigo, la raza de la testosterona (al menos en teoría), sufre su condición día a día y nadie lo reconoce.

Por ejemplo, se arreglan con princesitas vírgenes para pretender que sean su pulcra pantalla ante la sociedad que les exige demasiado, como que sus compañeras sean ‘damas de su casa’ y que luzcan manicure a la francesa. Entonces cuando algo falta, porque obviamente algo falta, ellos consiguen a alguien más para saciar ciertas necesidades que con la oficial “no deben hasta el vestido blanco”, con la que puedan conversar sin tapujos ni represiones y ser ellos mismos en todas sus facetas. Es una situación difícil, porque imagínense el esfuerzo que supone mantener una doble vida: mintiendo aquí, evitando enamoramientos allá.

O también, están los que por el estrés del trabajo y en busca de la válvula de escape, se reúnen los jueves con sus amigos de la ‘frater’ a charlar entre whiskys, o los sábados a jugar fútbol, siempre con cervecitas. Y a veces el agobio es tan grande que terminan visitando ‘samaritanas del amor’ para olvidar los problemas y conseguir un poco de ternura. Ellos, inocentes, se reúnen los días pactados, y a sus espaldas, las desconsideradas de sus esposas, hacen repuntar las ganancias de los moteles con sus amantes, aprovechando que el marido se esconde en lugares alejados y recluido en manada.

Y qué tal que ahora con la globalización y demás fuentes de información, las mujeres han comenzado a pedir, y más, a exigir ¡buen sexo! Ellos, tienen que enfrentarse a la titánica tarea de hacer de cuenta que no tienen sueño, que no están cansados ni borrachos, y desempeñarse a cabalidad para que ellas no les cuenten a sus amigas que son unos inútiles. Y encima las mujeres se han vuelto exquisitas, ¡quieren más que un orgasmo! Y eso implica un nivel de esfuerzo y concentración que las situaciones no siempre propician, y es que para ellos es más fácil, porque hasta apoyados en una palmera pueden terminar.

¡Es que no es justo! Ellos se rajan el lomo, literalmente, y además tienen que acordarse de los cumpleaños, ponerle buena cara a la suegra, escuchar largos desahogos emocionales pretendiendo que los comprenden, no quejarse cuando la comida está algo rara y más, más atrocidades por las que las mujeres los obligan a pasar. Por favor, tomemos conciencia de esto, no se puede continuar así, algún día ellos se pueden rebelar.